Comunicado Inicio Año Académico

A las y los integrantes de la comunidad del Departamento de Historia.

 

Santiago, 01 de abril 2020.

 

Comenzamos este primer semestre del 2020 en medio de una coyuntura sanitaria crítica, que nos obliga a respetar numerosas normas de autocuidado para evitar la expansión de la pandemia del COVID-19. En medio de un estado constitucional de catástrofe, con cuarentenas voluntarias, obligatorias, con toque de queda, con la limitación de movimiento y desplazamiento, el confinamiento de las personas parece ser la medida más eficiente para detener el contagio. 

Estamos conscientes de que este escenario no es el óptimo para iniciar un semestre académico. Si bien las redes sociales y las nuevas tecnologías de la información y comunicación, nos permite conectarnos por vía remota, están lejos de eliminar las desigualdades sociales, expresadas en limitaciones de conectividad, no disponibilidad de computadores o de espacios ambientales adecuados para la realización de un proceso de aprendizaje, que permita cumplir cabalmente con nuestros objetivos en la formación académica y personal.

Junto a esos problemas, se suma la incertidumbre de muchas familias respecto de su futuro inmediato. El aumento del desempleo, la reducción de los salarios, la preocupación permanente ante el contagio y el cuidado de los enfermos, que están siempre en la experiencia popular, hoy día se agudizan en un país neoliberal cuyo estado es incapaz de generar bienestar en la población. 

En ese escenario iniciaremos nuestro primer semestre 2020. Como Departamento de Historia de una Universidad Pública que ha declarado la “inclusión” como uno de sus ejes centrales, requerimos que algunas de esas desigualdades puedan reducirse, al menos las relacionadas con las necesidades de conectividad de nuestros estudiantes y profesores. 

La conexión vía remota no reemplaza la clase presencial, la formación profesional ni el ejercicio del quehacer académico. La complementa, por cierto, pero no puede reemplazar la experiencia que se adquiere en la vida universitaria en su toda su complejidad. Como Universidad pública no podemos eludir el desafío que nos coloca esta coyuntura, que nos obliga a repensar los sentidos de la comunidad, de la participación y la ciudadanía, que inevitablemente impactarán en las futuras reflexiones sobre el modelo educativo vigente. Que nos invita también a pensar qué modelo de universidad estatal queremos y cómo podemos romper los cercos para volver a conectarnos con los problemas más acuciantes de nuestra sociedad. 

Por ello como Departamento, queremos indicar que ajustándonos a las normativas centrales de la Universidad, daremos inicio a un semestre vía remota, redefiniendo en nuestros programas aquello que efectivamente se pueda realizar bajo esta modalidad, resguardando los aprendizajes y objetivos formativos más fundamentales, respetando los derechos laborales de los profesores y su carga académica, levantando un registro pormenorizado de aquellos objetivos, aprendizajes y contenidos que deberán postergarse para los semestres presenciales posteriores y cautelando la inclusión de todos y todas las estudiantes, a través de otras herramientas e instrumentos que puedan compensar su falta de acceso a las plataformas que hemos definido para la comunicación. 

El inicio de un semestre “on line” está lejos de ser el óptimo esperado. Creemos firmemente que para cumplir con nuestra misión y visión, necesitamos de la presencialidad, de conocernos, de compartir, de dialogar y de debatir, para construir conocimientos que puedan transformar nuestra realidad. 

Entendemos que estamos ante una emergencia sanitaria que excede los límites de nuestras fronteras. Y en ese escenario que cambia todos los días de forma vertiginosa, es que los invitamos a “reunirnos” temporalmente, por vía remota, para mantenernos conectados e iniciar los procesos formativos, con todas las limitaciones que hemos declarado. 

Podemos comenzar nuestro semestre con una pregunta que se hace Judith Butler en el libro “Sopa de Wuhan” (2020), para dejar una reflexión abierta: “El aislamiento obligatorio coincide con un nuevo reconocimiento de nuestra interdependencia global durante el nuevo tiempo y espacio que impone la pandemia. Por un lado, se nos pide secuestrarnos en unidades familiares, espacios de vivienda compartidos o domicilios individuales, privados de contacto social y relegados a esferas de relativo aislamiento; por otro lado, nos enfrentamos a un virus que cruza rápidamente las fronteras, ajeno a la idea misma del territorio. nacional. ¿Cuáles son las consecuencias de esta pandemia al pensar en la igualdad, la interdependencia global y nuestras obligaciones mutuas?” (p.p 59-60). 

 

En representación de todo el Consejo Departamental, 

 

Dra. Cristina Moyano B.

Directora Departamento de Historia.